jueves, 3 de abril de 2014



La clave Le Pen
El desafío de la gobernabilidad

España va a la deriva, hay una completa desmoralización en la sociedad española, falta pensamiento y no hay fe. El sistema político actual está agotado y su imagen real es la de un Rey con muleta que apenas se sostiene de pie. Estamos ante el reto de dar impulso a la democracia participativa a través del referéndum de iniciativa popular. Una forma de proceder a la que se oponen las grandes corporaciones institucionales de Bruselas y otros foros internacionales, cuyo propósito no es otro que aniquilar la soberanía de las naciones y el derecho de los Estados para llevar a cabo políticas públicas en favor de sus ciudadanos. Por eso el orden social europeo se ha quebrado en favor del que impone la Globalización, donde los ciudadanos ya no cuentan, pues para este nuevo orden sólo hay consumidores y mercados, y éstos en manos de las multinacionales.  
    La crisis actual de Europa es existencial, porque confronta a sus ciudadanos con elecciones radicales y finalmente con su propia existencia, su ser o no ser. Una crisis que ha sido propiciada por los adoradores del Búho del Bohemian Club con el objetivo de destruir su alma, que es por lo que aniquilan las patrias, para cuyo propósito no han dudado en imposibilitar la participación de los Estados en la toma de decisiones de la UE, pues las medidas políticas vienen impuestas desde ese club. Así, pues, estamos ante una verdadera revolución impuesta “desde arriba” y al más alto nivel de discreción que hace de cada Estado europeo súbdito a su servicio, con la función de ser el depredador de sus propios ciudadanos. Algo verdaderamente insólito hasta hace no mucho. Algo verdaderamente siniestro y, sin género de duda, hasta satánico.
    Hasta satánico, digo, porque la Historia tiene dimensión de trascendencia. De Dios venimos y a Él estamos llamados a volver. No hay otra realidad mayor ni más determinante en nuestras vidas personales y tampoco en las vidas de las naciones: Salvarse.   
Pero sólo estamos ante el punto de partida de un proyecto que trata de repensar el nuevo orden social de Europa. Cuyo dato más evidente es la inmigración consentida, propiciada y auxiliada. Una situación nueva, de creciente complejidad en la hora actual que se nos presenta como exigencia y sin debate, que cambiará de aquí a no más de veinte años la geografía  social de la Europa por una imagen deforme: Todos mestizos. Todos sin identidad. Todos a merced del discurso falsario. Por eso para llegar a esta secuencia se ha ido formando y conformando al ciudadano europeo, que mira sin comprender nada, hacía la sustitución del concepto de patria por el de país, nacional por ciudadano, y para que conciba como delito de lesa humanidad  el uso de las “pelotas de goma”.
    Es tal la situación de Europa y la de España en particular, que puestos a imaginar una representación plástica, sin duda que sería la imagen de unos náufragos hacinados en una pequeña barca, navegando a la deriva en un mar negro y terrible. De esta forma, la barca es Europa y el mar, el paro  y la crisis política y social que se vuelven personales, llevándose a nuestros jóvenes a la externalización de la Historia y a muchos de ellos paulatinamente a la degradación en la que terminarán sus vidas, en los bajos fondos y con toda probabilidad a morir a manos del nuevo bárbaro que un día saltó la valla.
    Ahí tenemos los últimos datos de fecha 18 de marzo sobre la desigualdad económica en Europa, cada día mayor según un estudio de la OCDE, cuyos cifras, realmente alarmantes, son el espejo de esa destrucción  de Europa.  Así, según el referido organismo, el 10% de la población europea más pobre  perdió un tercio de sus ingresos entre 2007 y 2010, mientras que el 10% más rica lo hizo en un 1%.
    Vivimos días inciertos y no sería una sorpresa que en España estallará un conflicto social de proporciones muy graves a tenor de todo lo que soportamos, sobre todo porque registramos el 55% de toda la UE. Un peligro que no se le escapa a Bruselas y a otros foros internacionales que han alentado al Gobierno español a seguir subiendo el déficit para mantener las prestaciones de subsistencia a tenor de los datos que publicados por Economía y el Instituto Nacional de Empleo de fecha 23 de marzo, según los cuales, el número de familias sin ingresos de trabajo, pensión o subsidio crece y roza ya las 700.000 y que sólo el 9,7% de los hogares españoles tienen tres o más rentas por cualquiera de los conceptos reseñados. De cuyos datos se deduce que hay un 5,4% más de familias en la más estricta pobreza que en el trimestre anterior. Hablamos de familias que no ingresan un solo euro por una renta de trabajo o de otro tipo, una jubilación o un subsidio de desempleo. Cifra que en el conjunto nacional es de 17,4 millones de hogares.
    Realidad de consecuencias gravísima, impredecibles y determinantes, como es el absentismo escolar continuada entre nuestros jóvenes entre 13 y 16 años, que sólo en Madrid, según estudios del pasado año, fue de más de 4.000 casos. Situación más alarmante si cabe, porque ese absentismo se dado preferentemente ente los jóvenes inmigrantes y en poblaciones con un alto índice de paro en las familias.  Con lo que no es de sabios suponer que también crecerá de aquí a no mucho la delincuencia juvenil entre la inmigración y las capas más bajas de la sociedad.  
Iremos irremediablemente a peor, porque la situación no es exactamente consecuencia de una crisis económica coyuntural, sino de una crisis que afecta al modelo social y económica de Europa. Que es precisamente lo que se quiere ocultar. Por eso se desautoriza categóricamente cualquier amago de disonancia, cualquier voz libremente atonal que se enfrente al discurso oficial, que con sus poderosos medios de comunicación elimina de la escena pública todo lo que no caiga bajo su poder de influencia. Con todo, algo se les escapa, los “daños colaterales”: los hombres y las mujeres excluidos del mercado laboral, también los miles de jóvenes y niños desahuciados de por vida y condenados a la desesperación. Que es donde está la trinchera. La de todos, salvando las diferencias. Unas diferencias para las que hay que encontrar un espacio de intercesión como cuestión de importancia de primer orden.   
    A poco que nos fijemos nos damos cuenta que la sociedad española vive rodeada de referentes que excluyen otras posibilidades, que está inmersa en predicas que alimentan modelos vacíos, y que sostiene un gran nivel de incoherencia y de sectarismo. Por eso el discurso nacional no puede seguir siendo el “eterno excluido”, que es por lo que se debería ir buscando objetivos, priorizando respuestas que encajen en la realidad, porque para gobernar hay que perder el miedo y articular un discurso claro y vigoroso que dé soluciones reales. Un propósito de acción política sobre un esquema sencillo, afrontando los grandes compromisos, muchos de los cuales implican unidad de acción entre distintos, porque también hay que mantener la empatía con todos nuestros compatriotas, aunque no nos gusten demasiado. De lo contrario, al final lo que quedará, como viene ocurriendo, es la estela del fracaso.
    Por todo lo cual, y desde el punto de vista político más urgente, es necesario comprometerse con cuatro cuestiones básicas:
1º El estar en UE.
2º La inmigración como fenómeno de distorsión de enormes efectos.
3º El secesionismo como suicidio de la nación.  
4º El modelo económico.
    Elijamos la fecha como búsqueda de identidad colectiva, conciencia histórica y voluntad de afirmación constante. Elijamos la fecha en el espacio solemne de la celebración, para definir un ámbito en el que el pasado adquiera significación y el futuro ejemplaridad.
    Elijamos la fecha, porque, mientras por aquí estábamos radiando en directo la agonía de un cadáver político a mayor beneficio del sistema, por allí la ministra portavoz del Gobierno de Francia, Najat-Vallaud Belkacem, nada más saberse los resultados de la primera vuelta de los comicios municipales franceses dijo: “Vamos a hacer todo lo posible para impedir que el Frente Nacional consiga más ayuntamientos”. Argumento que también ha empleado todo el espectro político tras analizar el batacazo del poder oficial, que ahora, cuando escribo estas líneas, se conjuran contra la señora Le Pen para que “los ayuntamientos no caigan en manos del Frente Nacional”.
    Elijamos la fecha, porque mientras Europa empieza por fin a advertir el problema y comienza a tomar medidas: Alemania con la propuesta de expulsión de inmigrantes que estén seis meses sin trabajo, e Inglaterra con fuertes medidas de contención y expulsión. Por aquí seguimos estando en el buenismo más ridículo posible, que es lo que demuestra el gobierno de Melilla manifestando aberrante la propuesta que hace Marine Le Pen, y supongo que cualquier persona en su sano juicio para solucionar este gravísimo problema que son los asaltos a la frontera de Melilla “quitar la sanidad y la educación a estas personas”.

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